Nuestra vestimenta:
Los paixtles, cuyo nombre recibe la danza, visten holgados ropones cubiertos a profusión de largas guedejas del fino vegetal; puestos sobre armazones de aros y mecates. Se disfrazan con máscaras que aparentan niños o brujos. En la cabeza llevan coronas de manera de resplandores adornados con estrellas, lunas, muchas flores de papel de china de todos los colores, dominando el solferino y el rosa, alrededor de alguna estampa de santo y multitud de listones policromos, que vuelvan al aire, o se continúan con gruesas trenzas de ixtle. Paliacates rojos y azules puestos sobre el pecho y la espalda, completan el indumento.
El traje del paixtle:
Cuando el heno es tejido completamente se colocan los paliacates, uno adelante y el otro atrás, dando así forma a tan singular traje, el cual representa parte de la riqueza de nuestras tradiciones y de raíces prehispánicas.
Cuando el heno es tejido completamente se colocan los paliacates, uno adelante y el otro atrás, dando así forma a tan singular traje, el cual representa parte de la riqueza de nuestras tradiciones y de raíces prehispánicas.
Aquí, el ingenio y talento de nuestros artesanos se desborda, ¡es algo impresionante!, ¡digno de admiración!, ver como esa parte de raíz de mescal es transformada por esas manos ásperas, que con cuchillo en mano, minuciosamente le da la forma a esas bellas máscaras que aparentan niños o brujos.
Paso a paso son colocadas la luna y las estrellas en la parte superior, le siguen las flores de arco iris, una foto del santo del pueblo es colocado en el centro de la base de la corona. Después de colocar las flores, se adorna con lluvias y escarcha multicolor, dando así forma a una alegre y majestosa corona.
Traje completo:
Cuando la corona es terminada, está se complementa con las trenzas de ixtle y la máscara. Las trenzas son colocadas en la parte trasera de la corona, amarradas una a cada lado de la parte inferior de la base. La mascara por lo tanto, se amarra en la parte frontal de la base de la corona, la cual pende y cubre el rostro del danzante. Con lo anterior, el traje del paixtle y los huaraches completamos uno de los trajes más originales, lleno de colorido y amor por México; el cual se ha conservado gracias al amor que aún vive en algunas personas por conservar las raíces, y esos orígenes que nos distinguen como pueblo y como nación.
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